ARTÍCULO
Primera caracterizaci�n de los conjuntos l�ticos provenientes de dep�sitos de tipoconchero en la costa del Golfo San Mat�as (R�o Negro, Argentina)
First characterization of lithic assemblages from shell middens in San Mat�as Gulf Coast (R�o Negro, Argentina)
Jimena Alberti*
* CONICET-IMHICIHU. Jimena Alberti es Profesora de Ense�anza Media y Superior en Cs. Antropol�gicas y Licenciada en Cs. Antropol�gicas con orientaci�n en Arqueolog�a de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es becaria doctoral de CONICET desde abril de 2011. Su �rea general de investigaci�n es la tecnolog�a l�tica, en particular el abordaje del aprovisionamiento y uso de rocas en la costa rionegrina del golfo San Mat�as. E-mail: jimealberti@gmail.com
Eugenia Carranza**
**FFyL–UBA. Eugenia Carranza es estudiante avanzada de las carreras de Licenciatura y Profesorado en Cs. Antropol�gicas con orientaci�n en Arqueolog�a de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es adscripta de la materia Geolog�a General y Geomorfolog�a del Cuaternario de la Lic. en Cs. Antropol�gicas de la Facultad de Filosof�a y Letras (UBA). Se encuentra desarrollando su tema de investigaci�n de Tesis de Licenciatura sobre procesos de formaci�n de sitio y tafonom�a l�tica en la costa rionegrina del golfo San Mat�as. E-mail: carranza.e89@gmail.com
Recibido: octubre de 2013
Aceptado: diciembre de 2013.
RESUMEN
La costa rionegrina del golfo San Mat�as se divide en dos sectores (norte y oeste), con diferentes caracter�sticas geol�gicas y geomorfol�gicas. Estas diferencias se traducen en una disponibilidad diferencial de recursos, lo que habr�a dado lugar a un uso del espacio diferente por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon la costa durante el Holoceno medio y tard�o (Favier Dubois y Borella 2011). Esto se ver�a expresado, entre otros indicadores, en la tecnolog�a l�tica manufacturada, usada y descartada en los sitios. En este trabajo se caracterizan los conjuntos l�ticos provenientes de concheros en diferentes localidades arqueol�gicas del golfo San Mat�as. Los resultados indican que la tecnolog�a descartada en estos concheros es de tipo expeditiva, con un uso de rocas localmente disponibles en ambos sectores de la costa. La mayor parte de la muestra no presenta alteraciones postdepositacionales y la carbonataci�n est� presente en un mayor porcentaje que la corrasi�n, lo que podr�a indicar un r�pido enterramiento de estos conjuntos dentro de los concheros.
Palabras clave: Tecnolog�a l�tica; Materias primas; Concheros; Golfo San Mat�as; Holoceno medio y tard�o.
ABSTRACT
According to geological and geomorphological differences, the coast of San Mat�as Gulf can be divided into two sectors (North and West). These differences result in a differential availability of resources, which would have resulted in a different space use by hunter-gatherers who occupied the coast during the middle and late Holocene (Favier Dubois and Borella 2011). This would be expressed, among other indicators, in the lithic technology manufactured, used and discarded at the sites. In this paper we characterize the lithic assemblages from archaeological middens in different parts of the Gulf. The results indicate that the technology discarded in these middens is an expedient one, and the rocks used in both sectors of the coast were the locally available ones. The majority of the sample does not present postdepositional alterations and carbonation is present in a higher percentage than corrasion, which may indicate rapid burial of these artifacts within the shell middens.
Key words:Lithic technology; Lithic raw materials; Shell middens; San Mat�as Gulf; Middle and Late Holocene.
INTRODUCCIÓN
La costa del golfo San Mat�as (provincia de R�o Negro, Argentina) se caracteriza por presentar marcadas diferencias estructurales y geol�gicas, de acuerdo con las cuales se puede subdividir en dos sectores: norte y oeste. Mientras que el sector norte -que se extiende entre la ciudad de San Antonio Oeste y el Balneario El C�ndor- corre de oeste a este, el sector oeste -entre Las Grutas y Puerto Lobos, en el l�mite con Chubut- lo hace de norte a sur. Estas diferencias de orden geomorfol�gico y estructural (ver m�s adelante) se traducen en una disponibilidad diferencial de recursos animales, vegetales, l�ticos y de agua dulce, lo que habr�a implicado que los grupos cazadores-recolectores que habitaron el �rea durante el Holoceno medio y tard�o pusieran en juego estrategias distintas para la explotaci�n de una y otra �rea del golfo (Favier Dubois y Borella 2011). En este sentido, es esperable que el registro arqueol�gico refleje estas diferencias. Una de las formas de abordar esta cuesti�n es a partir del estudio de los conjuntos l�ticos recuperados, en este caso, en las excavaciones de concheros en ambos sectores. En el presente trabajo se analizan dichos materiales, estableciendo comparaciones entre los recuperados en la costa norte del golfo y los de la porci�n oeste, poniendo el foco en los tipos de materias primas utilizadas y en las alteraciones postdepositacionales que presentan estos materiales, provenientes de contextos arqueol�gicos particulares. Se espera que existan diferencias en el registro debido, entre otros factores, a las diferencias en la distribuci�n de materias primas entre ambas costas y al uso diferencial que ambos sectores habr�an tenido en el pasado. Cabe destacar que hasta el momento no hab�an sido comparadas las muestras provenientes de concheros debido, en parte, a la baja frecuencia de las mismas. De esta manera, en este trabajo se presenta por primera vez esta informaci�n de manera integral para tratar de discernir similitudes y/o diferencias entre los conjuntos provenientes de las dos �reas (norte y oeste) de la costa rionegrina del golfo San Mat�as.
Finalmente, en la �ltima secci�n del trabajo y de forma breve, se discutir� la relaci�n entre la evidencia analizada y la informaci�n ya publicada proveniente de los conjuntos de superficie. Consideramos de importancia fundamental articular ambas fuentes de informaci�n para poder comenzar a entender de forma integrada las estrategias tecnol�gicas que fueron puestas en juego en el pasado por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la costa rionegrina del golfo San Mat�as durante el Holoceno medio y tard�o.
BREVE CARACTERIZACI�N DEL �REA DE ESTUDIO
Como ya se ha mencionado, la costa oeste del golfo San Mat�as corre de norte a sur y se extiende entre la localidad de Las Grutas y Puerto Lobos, en el l�mite con Chubut (ver Mapa 1). Su rasgo geol�gico principal es la presencia de la meseta de Somuncur�, una planicie estructural l�vica que desciende hacia el mar en forma de pedimentos de flanco (Gonz�lez D�az y Malagnino 1984). Esta costa es, en general, ambientalmente m�s homog�nea que la parte norte del golfo, por lo que presenta una diversidad de especies marinas menor (Favier Dubois y Borella 2011). Este hecho se suma a la escasa presencia de agua dulce debido al poco desarrollo de aguadas asociadas a dep�sitos e�licos, y a la escasez de reparos topogr�ficos debido a la direcci�n de los vientos que llevan los sedimentos hacia el mar (Favier Dubois y Borella 2011). Estas caracter�sticas geomorfol�gicas, junto con la baja presencia de concheros, de evidencia faun�stica y bioarqueol�gica, y de localidades utilizadas en forma repetida en el tiempo, han dado lugar a la propuesta, desde el punto de vista arqueol�gico, de que esta �rea habr�a sido utilizada como un espacio de circulaci�n y habr�a sido ocupada de forma poco intensiva o no redundante, aunque presentando ciertos lugares especialmente atractivos para la ocupaci�n humana (Borella et al. 2007; Favier Dubois y Borella 2011). Esa propuesta, actualmente en evaluaci�n por los proyectos de investigaci�n en curso en el �rea (Favier Dubois y Borella 2011; Borella et al. 2013), tiene en cuenta, adem�s, la diversidad y composici�n de los conjuntos l�ticos (Cardillo 2009) y la presencia de obsidiana proveniente de lugares distantes (Favier Dubois, Stern y Cardillo 2009). Hasta el momento han sido localizados 42 loci, principalmente en el tramo sur de la costa oeste -el cual presenta dunas, cordones litorales y niveles aterrazados (Favier Dubois et al. 2008; Favier Dubois y Borella 2011)-, datados entre los 3200 y los 700 a�os 14C AP (Favier Dubois y Borella 2011; Borella et al. 2013).

Mapa 1. Costa rionegrina del golfo San Mat�as. Se se�alan en el mapa las localidades arqueol�gicas de las que proviene la muestra analizada. SAO: San Antonio Oeste. SV: Saco Viejo. BQ: Bajo de la Quinta. PAE: Paesani. PP: Punta P�rfido. PO: Punta Odriozola. AV: Arroyo Verde.
Con respecto a la disponibilidad de materias primas l�ticas, en la costa oeste del golfo los an�lisis est�n en proceso, pero ya se cuenta con informaci�n previa. En esta �rea existen tanto fuentes primarias como secundarias de rocas. Las primeras est�n constituidas por afloramientos porf�dicos con vetas y bloques de s�lice de diferentes calidades (Cardillo y Scartascini 2007). Adem�s, en trabajos de campo realizados recientemente, han sido identificadas una fuente primaria de toba silicificada con calidades que var�an de mala a excelente -incluso dentro de la misma fuente-, dos fuentes de s�lice de calidad regular a buena, y una de una roca metam�rfica a�n no identificada (posiblemente pizarra o filita) (Alberti y Cardillo 2014). Respecto a las fuentes secundarias, �stas se hallan presentes en sectores puntuales del espacio y su distribuci�n y disponibilidad es mucho m�s acotada que en la costa norte (Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014). Los rodados disponibles en estas fuentes son principalmente de volcanitas �cidas, s�lices y calcedonias, estas �ltimas presentes �nicamente en algunos sectores puntuales del espacio (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti y Cardillo 2014).
Por su parte, la costa norte del golfo San Mat�as abarca desde la bah�a de San Antonio hasta el Balneario El C�ndor (ver Mapa 1). Esta regi�n presenta planicies interrumpidas por bajos, cordones medanosos y una zona litoral, en la que se alternan playas de f�cil acceso al mar con acantilados abruptos, cuyas alturas oscilan entre los 3 y los 30 msnm. (Gonz�lez D�az y Malagnino 1984). En esta �rea la disponibilidad de recursos es alta, ya que se combinan la presencia de agua dulce en dunas, la accesibilidad a las especies marinas (moluscos, peces y lobos marinos), la existencia de reparos topogr�ficos y la disponibilidad de rocas (Borella 2006; Favier Dubois y Borella 2011). En los loci estudiados hasta el momento se han recuperado artefactos �seos y de valva, tiestos cer�micos, material arqueofaun�stico, c�scaras de huevo grabadas, materiales l�ticos y enterratorios humanos (Favier Dubois et al. 2008). Las fechas de estas localidades se ubican entre los ca. 6000 y los 450 a�os 14C AP (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). Para esta costa se ha propuesto un modelo de consumo de los recursos marinos de tres etapas basado en los an�lisis isot�picos sobre restos esqueletales humanos (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). En la primera etapa de la ocupaci�n, detectada desde los 6000 a�os 14C AP, pero fuertemente evidenciada en los sitios entre los 3100 y los 2200 a�os 14C AP, las sociedades habr�an estado volcadas principalmente a la explotaci�n y consumo de recursos marinos (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009; Favier Dubois y Scartascini 2012), utilizando una tecnolog�a simple para su aprovechamiento (Cardillo y Favier Dubois 2011). Entre 1500 y 450 a�os 14C AP, la evidencia sugiere una dieta que va de mixta a terrestre, con una mayor incorporaci�n de vegetales y recursos continentales (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009), acompa�ado esto por la aparici�n en el registro de cer�mica, puntas de proyectil peque�as y un aumento de los artefactos de molienda (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). Finalmente, alrededor del siglo XVIII, las cr�nicas registran el virtual abandono de la costa, quiz�s en consonancia con la incorporaci�n del caballo (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009).
En esta porci�n norte, las fuentes de materia prima est�n constituidas por dep�sitos secundarios, de distribuci�n extensa y relativamente homog�nea, lo que implica que en el espacio existan distribuciones de rocas de distinta extensi�n y variada litolog�a, y no puntos �localizados� para el aprovisionamiento de materias primas (Alberti 2012). Estos dep�sitos est�n compuestos fundamentalmente por rocas volc�nicas �cidas y b�sicas, y rocas sedimentarias qu�micas y cl�sticas. Con respecto al aprovechamiento de estas fuentes, se ha propuesto que, debido a la abundancia y ubicuidad de estas fuentes, el abastecimiento de rocas no habr�a constituido un factor de riesgo para los grupos humanos que habitaron la zona (Alberti 2012), y que no se registra hasta el momento una conducta que apunte a la econom�a de materias primas (Cardillo 2009; Alberti 2012, 2013).
CARACTER�STICAS DE LA MUESTRA ARTEFACTUAL Y METODOLOG�A DE ESTUDIO
La muestra analizada est� conformada por un total de 1669 artefactos, entre los cuales se han identificado n�cleos, lascas e instrumentos (Tabla 1). Esta muestra proviene de concheros excavados en diferentes loci de cuatro localidades de la costa norte y tres de la costa oeste (ver Mapa 1). La ampliaci�n de las excavaciones en la costa oeste del golfo se ha iniciado recientemente con los nuevos proyectos de investigaci�n en curso en el �rea (Borella et al. 2013). A pesar de que la muestra es relativamente peque�a, en el presente trabajo la utilizamos como una primera v�a de aproximaci�n para poder conocer lo que sucede con los materiales de los concheros en este sector del golfo, y comenzar a realizar comparaciones preliminares con los datos de la costa norte. Cabe destacar que en este trabajo solamente tomaremos algunas de las variables medidas en el conjunto descritas en este apartado. Las restantes ser�n consideradas en trabajos futuros.
Tabla 1. Frecuencias y porcentajes de los distintos tipos de artefactos discriminados por materias primas para ambas costas del golfo San Mat�as.

El an�lisis tecno-morfol�gico de la muestra artefactual se realiz� siguiendo los criterios establecidos por Aschero (1975, 1983). Dentro de este an�lisis se consignaron distintas variables, de acuerdo con la categor�a artefactual analizada. La tabla general contiene los siguientes �tems: artefacto (tipos de desechos, tipos de n�cleos o grupo tipol�gico de los instrumentos), estado (entero o fragmentado), materia prima (identificada macrosc�picamente en base a una litoteca de referencia confeccionada a partir del an�lisis microsc�pico de las rocas), color (identificado a ojo desnudo), porcentaje de corteza presente en cara dorsal (0%: sin corteza; 25%: cubre hasta el 25% de la cara; 50%: cubre la mitad de la cara; 75%: cubre entre el 50 y el 75% de la cara; 100%: cobertura total de la cara) (Franco 2002), y tama�o (medido en mil�metros sobre el eje mayor de la pieza).
En el caso de los instrumentos, se registraron las siguientes variables: grupo y subgrupo tipol�gico, tipo y cantidad de filos (simple, doble y compuesto), materia prima (identificada microsc�picamente en base a la litoteca mencionada m�s arriba), calidad de la roca para la talla (sobre bases macrosc�picas), estado del instrumento (entero o fragmentado), porcentaje de corteza en la cara dorsal (medida igual que en el caso de los artefactos), ancho, largo y espesor m�ximos (medidos en mil�metros en eje t�cnico y, en caso de no ser posible, por eje morfol�gico).
Finalmente en la ficha de n�cleos, las variables registradas fueron las siguientes: tipo de n�cleo, materia prima (identificada microsc�picamente en base a la litoteca ya descrita), calidad de la roca para la talla (�dem tabla general), color, estado (entero o fragmentado), porcentaje de corteza, longitud, ancho y espesor (en mil�metros a partir del eje morfol�gico), y cantidad m�nima de extracciones. Esta �ltima fue calculada en base al volumen de cada n�cleo, y el resultado muestra la cantidad de extracciones por mil�metro c�bico (Hiscock 2007).
La identificaci�n de las materias primas se hizo a ojo desnudo y luego se compararon con las muestras de referencia que conforman la litoteca, identificadas en microscopio petrogr�fico como parte del trabajo doctoral de una de las autoras, a�n en curso. Cabe destacar que en este trabajo mantenemos la denominaci�n �rocas de grano fino oscuro� (en adelante, RGFO) establecida por Charlin (2005) para agrupar a aquellas rocas oscuras de origen tanto sedimentario como volc�nico que no puedan ser distinguidas entre s� a ojo desnudo. Los an�lisis de cortes petrogr�ficos para estas rocas en la costa norte del golfo San Mat�as han dado como resultado en todos los casos rocas volc�nicas b�sicas (sensu Alberti y Fern�ndez 2014); sin embargo, como para la costa oeste del golfo estos an�lisis est�n a�n en proceso, preferimos ser precavidas y mantener la denominaci�n de RGFO para agrupar este tipo de rocas. Adem�s, usamos la categor�a �criptocristalinas� para agrupar a aquellas rocas que poseen grano muy fino, de calidad en general excelente para la talla y cuyos cristales no se distinguen a ojo desnudo (calcedonias, jaspes y �palos, aunque este �ltimo no sea stricto sensu una roca).
La determinaci�n de la calidad para la talla de las materias primas identificadas se realiz� seg�n Arag�n y Franco (1997). La escala nominal propuesta por estos autores se basa en las caracter�sticas macrosc�picas de las rocas y en trabajos experimentales, y en ella se clasifica a las rocas en excelentes, muy buenas, buenas y regulares seg�n su homogeneidad en el tama�o de los granos, la presencia de alteraciones, fisuras, etc. (Arag�n y Franco 1997). En este trabajo hemos agregado la categor�a �mala calidad� para englobar aquellas rocas que pueden ser usadas para la talla pero su calidad es muy baja. Dentro de las rocas malas y regulares hay matrices de textura gruesa y un tenor de cristales de 1 al 20%, mientras que dentro de las tres categor�as restantes las matrices son finas y el tenor de cristales oscila entre 0 y 20% (Arag�n y Franco 1997). Cabe destacar que estos l�mites en las categor�as no son fijos, sino que la calidad de las rocas se presenta como un continuum (Franco 2002).
Con el fin de comprender la historia formacional de estos conjuntos, fueron registradas variables relacionadas con las alteraciones postdepositacionales presentes en los artefactos. En este sentido, se cuantific� la presencia de carbonataci�n y de abrasi�n, o la ausencia de cualquier tipo de alteraci�n. La abrasi�n o corrasi�n e�lica es una forma de meteorizaci�n f�sica que puede afectar a las rocas (Borrazzo 2006, 2010), y fue tomada como indicador de la estabilidad de los conjuntos y de su historia postdepositacional general. Esta variable es de particular relevancia, dado que en los ambientes e�licos, el viento y las part�culas que �ste transporta suelen ser los agentes que mayores alteraciones generan en los materiales arqueol�gicos.
Para describir esta variable se determin� la cara de la pieza que se encontraba abradida (dorsal o ventral) y el grado de esta abrasi�n -tomado y modificado de Borrazzo (2006)- como: poca (aristas redondeas pero superficie general de la pieza con sus caracter�sticas originales), media (arista y superficie de fractura han perdido su textura original y no se detectan asperezas o rebordes) y mucha (aristas y relieves de la pieza se encuentran casi desaparecidos). La carbonataci�n implica la depositaci�n de costras salinas sobre la superficie de las rocas y es una forma de los denominados rock coatings (Borrazzo 2006, 2010). Los rock coatings son microdep�sitos de minerales que se producen en la superficie de las rocas, de espesor variable y con una estructura laminar (Borrazzo 2010). La carbonataci�n corresponde a un rock coating que implica la formaci�n de costras salinas debido a la precipitaci�n de sales evapor�ticas (en este caso, carbonato de calcio) (Dorn 2009).
Para cuantificar la presencia de este fen�meno se tom� en cuenta la ubicaci�n en la pieza (cara dorsal, ventral o ambas) y la cantidad: poca (entre 1 y 40% de la pieza se encuentra invadido por el dep�sito de sales), media (presencia de carbonataci�n en entre 41 y 75% de la cara de la pieza) y mucha (m�s del 75% de la pieza con presencia de dep�sitos de sales).Cabe destacar que los efectos de la meteorizaci�n son condicionados por factores ex�genos (condiciones del ambiente donde tiene lugar el proceso, por ejemplo, disponibilidad de agua, temperatura, pendiente, disponibilidad de sedimentos sueltos, entre otros) y end�genos (mineralog�a de las rocas, tama�o de grano, grietas o fracturas internas, dureza, isotrop�a, entre otros). Como las rocas porosas o las de grano m�s grueso presentan mayor superficie interna, la meteorizaci�n en ellas es mayor y m�s r�pida (Schiffer 1987; Camuffo 1995). Adem�s, debido a la composici�n mineral�gica particular de cada roca, varias litolog�as expuestas a las mismas condiciones ambientales pueden meteorizarse de forma diferencial: las de composici�n b�sica son m�s sensibles a la descomposici�n, mientras que las que tienen porcentajes mayores de cuarzo son m�s resistentes a la misma (Colman 1981).
Finalmente, se cuantific� la presencia o ausencia de piezas quemadas o tratadas t�rmicamente. Todas las medidas de tama�os y �ngulos fueron tomadas con calibre digital y goni�metro y los datos se volcaron en planillas Excel confeccionadas para tal fin. Los an�lisis estad�sticos se realizaron mediante la utilizaci�n de los software Past 2.1 (Hammer et al. 2001) y R (Borcard et al. 2011).
RESULTADOS
Los an�lisis se�alan que los desechos son el tipo artefactual predominante en la muestra (95,74%), seguidos por los n�cleos (2,33%) y, finalmente, los instrumentos (1,91%) (ver Tabla 1 y Figura 1). Es interesante resaltar que en el caso de �stos �ltimos est�n mayormente fragmentados o pr�cticamente agotados y, en algunos casos, con da�o t�rmico considerable. Respecto de las materias primas, predominan en la muestra los s�lices, seguidos de las RGFO y las rocas criptocristalinas, todos de calidad en general excelente y muy buena para la talla. La presencia de estas rocas en las fuentes de materias primas de la costa del golfo var�a, ya que mientras que las RGFO son m�s abundantes en el sector norte, las criptocristalinas y los s�lices lo son en el sector oeste (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014, entre otros). Debido a esto, es de esperarse que se registre una presencia diferencial de estos tipos de rocas en los conjuntos de ambos sectores de la costa del golfo San Mat�as (ver Tabla 2).

Figura 1. Instrumentos y n�cleos integrantes de la muestra estudiada. 1) denticulado, riolita; 2) n�cleo,
s�lice; 3) n�cleo, riolita (n�tese los hoyuelos producto de la alteraci�n t�rmica); 4) fragmento de perforador, calcedonia; 5) denticulado, roca sedimentaria; 6) raspador, s�lice; 7) denticulado, RGFO (n�tese la abrasi�n de las aristas).
Tabla 2. Frecuencia y porcentaje de materias primas discriminados por costa.

Debido a que uno de los objetivos de este trabajo es detectar diferencias en el uso de materias primas en el espacio, se discrimin� entre ambos sectores de la costa del golfo para detectar estas diferencias. Los resultados se muestran en la Tabla 2. De acuerdo a lo presentado en la Tabla 1 (ver supra), en la muestra general son los s�lices los m�s usados, seguidas de las RGFO y las criptocristalinas. Al discriminar por sectores, se observan patrones diferentes entre ambos espacios de la costa. En la costa norte los s�lices son los m�s usados (45,68%), seguidas de las RGFO (28,12%) y en tercer lugar las criptocristalinas (14,26%). En la oeste, en cambio, la proporci�n de rocas criptocristalinas es mucho mayor (49,35% de la muestra), seguidas de los s�lices (32,47%) y las RGFO con una proporci�n mucho menor (2,6%). El test de c2 da una diferencia estad�sticamente significativa, con un valor de 143.9 y un p-valor<.01. De esta manera, y de forma preliminar, se puede sugerir que estos tres tipos de rocas fueron usadas de forma diferencial en ambos sectores de la costa rionegrina del golfo San Mat�as. Para ver estos patrones de forma m�s clara, se graficaron los resultados del test a trav�s de un mosaic plot (Gr�fico 1).

Gráfico 1. Mosaic plot del test de c2 para ver diferencias en el uso de materias primas entre ambos sectores de la costa del golfo San Matías.
El mosaico del Gr�fico 1 representa el 100% de la muestra analizada (1464 artefactos confeccionados en los tres tipos de rocas considerados). El largo de las barras representa el tama�o de la muestra, mientras que el ancho est� establecido en funci�n de la proporci�n de artefactos de cada tipo de roca dentro de cada muestra. Los residuos son las diferencias entre las frecuencias observadas y las esperadas. Valores superiores a 1.96/- 1.96 (95% de confianza en el nivel del test) indican que las variables est�n relacionadas entre s� (Freedman et al. 1993). En la figura se observa que en la costa norte en el caso de las rocas criptocristalinas (rosado) los residuos son negativos y mayores a -1.96, es decir, que la aparici�n de este tipo de rocas es menor a la esperada por azar. Por otro lado, entre las RGFO y los s�lices los valores de los residuos se ubican en torno a 0, lo que indica que no hay diferencias estad�sticamente significativas entre lo observado y lo esperado: este ser�a un comportamiento azaroso. En el caso de la costa oeste, la aparici�n de rocas criptocristalinas es mayor a la esperada por azar (azulado) (los valores de los residuos son positivos y muy altos), mientras que las RGFO aparecen en frecuencias menores a las esperadas por azar (morado) (residuos negativos). Tampoco en este caso los s�lices se presentan con diferencias estad�sticamente significativas (tal como se ve en el gr�fico los valores de los residuos se ubican a torno a 0, es decir, no hay diferencias entre lo observado y lo esperado), lo que indicar�a que su aparici�n en esta costa se debe a un comportamiento azaroso. As�, son las rocas criptocristalinas y las RGFO las que fueron usadas de forma diferencial en ambos sectores de la costa y las que marcan la diferencia en los resultados del test.
Al discriminar las muestras por sectores (ver Tabla 3), se observa que en ambas predominan los desechos (95,9% de la muestra en la costa norte y 94,15% en la oeste), pero el orden de las categor�as que siguen se invierte: en la costa norte hay m�s n�cleos (2,31%) que instrumentos (1,78%) y en la oeste hay m�s instrumentos (3,24%) que n�cleos (2,59%) (ver �Discusi�n y conclusiones�).
Tabla 3. Frecuencias y porcentajes de los distintos tipos de artefactos discriminados por materias primas para las costas norte y oeste del golfo San Matías.

Esto podr�a responder a diferentes actividades de talla que se estuviesen realizando en los sitios de ambos sectores del golfo. Para ver si estas diferencias son estad�sticamente significativas, se realiz� un test de c2, cuyo valor fue de 1.65, con un p-valor>.05. As�, se puede afirmar que las diferencias que se han detectado en los an�lisis no son estad�sticamente significativas. El an�lisis de potencia de este test dio como resultado que el test de c2 con las muestras que se poseen es potente. Es decir, que teniendo el n�mero de artefactos con los cuales se hizo el an�lisis, si hubiese una diferencia peque�a entre ambas muestras el c2 deber�a detectarla. De esta forma, no es probable que los resultados cambien al aumentar el tama�o de la muestra.
Sin embargo, la situaci�n es diferente al realizar el test de c2 para comparar s�lo las muestras de n�cleos e instrumentos entre ambas costas. Si bien el test tampoco dio como resultado que las diferencias observadas fuesen estad�sticamente significativas (0.45, p-valor>.05), pero al comprobar su potencia el resultado fue que este test no es potente con este n�mero de muestra (71 n�cleos e instrumentos entre las dos costas). Para poder detectar diferencias peque�as entre ambos conjuntos, se necesitar�a una muestra con un n de 784, mientras que para detectar diferencias de mediana magnitud se necesitar�a una muestra de 87 artefactos. Finalmente, para detectar grandes diferencias, con 31 artefactos ser�a suficiente. Como la muestra utilizada excede ese n�mero, solamente se puede afirmar que entre los dos conjuntos no hay grandes diferencias y que para ver diferencias de menor orden se necesita aumentar las muestras.
Para detectar posibles actividades diferentes de talla en ambas costas, se analizaron los tipos de desechos que aparecen en las muestras. Los resultados de dicho an�lisis se muestran en la Tabla 4.
Tabla 4. Tipos de desechos presentes en los conjuntos de ambas costas del golfo discriminados por materia prima. Lascas internas: desechos bipolares, lascas angulares, de arista, planas, de tableta de núcleo y de reactivación de instrumentos. Lascas externas: lascas primarias, secundarias y de dorso. Otros: desechos indiferenciados y lascas de desprendimiento térmico.

La Tabla 4 indica que las lascas internas predominan en ambas costas. En la costa oeste los desechos que no pudieron ser incluidos en alguna de las dos categor�as anteriores son m�s numerosos en proporci�n que en la costa norte, pero esta categor�a no la tomaremos para el an�lisis ya que involucra distintos tipos de desechos que pueden ser resultado de diferentes actividades de talla. En proporci�n, y a pesar de las diferencias en el tama�o de la muestra, en la costa oeste las lascas internas son m�s numerosas que en la costa norte. En esta �ltima, la proporci�n de lascas externas es mayor que en la costa oeste. Esto podr�a estar dando cuenta de la realizaci�n de actividades de talla diferentes: probablemente en la costa norte tuvieron m�s �nfasis las actividades de talla que tuviesen que ver con las primeras etapas de la manufactura de instrumentos, mientras que en la costa oeste fueron m�s importantes las actividades de talla m�s avanzadas en la secuencia de reducci�n o las tendientes a la reactivaci�n de filos para el recambio y renovaci�n del toolkit. Esta hip�tesis ser� evaluada en m�s profundidad en trabajos futuros, incluyendo la comparaci�n con los conjuntos de superficie en ambos sectores de la costa del golfo San Mat�as.
Otro indicador que tomamos para ver reducciones diferenciales en ambas costas fue la cantidad m�nima de extracciones por n�cleo en base al volumen de cada uno. En este an�lisis no discriminamos por materia prima porque la muestra es a�n peque�a. En la costa norte la media de extracciones en el conjunto general de n�cleos es de 0.23 extracciones/mm3, mientras que en la costa oeste de 0.26 extracciones/mm3. De esta forma, el grado de explotaci�n de los n�cleos no indicar�a actividades de reducci�n de n�dulos m�s intensas en una costa o en la otra ya que la diferencia entre ambas es m�nima. Esto es diferente de lo que sucede en los conjuntos de superficie (Cardillo y Alberti 2013) (ver �Discusi�n y conclusiones�).
Volviendo sobre el uso de las materias primas y las diferencias detectadas entre ambas costas (ver supra), el uso diferencial podr�a estar en relaci�n con los circuitos de circulaci�n de las rocas en el espacio (ver Alberti 2012). Sin embargo, llama la atenci�n el hecho de que las rocas locales para cada sector (RGFO en el caso de la costa norte, y s�lices y criptocristalinas en el caso de la oeste), aparecen principalmente en forma de lascas internas. Si las rocas locales, provenientes en su mayor�a de fuentes secundarias ubicuas en el ambiente, hubiesen sido reducidas in situ, se esperar�a un porcentaje mayor de lascas externas, que quiz�s podr�a igualar al de lascas internas, dependiendo del grado de fragmentaci�n y fractura de cada tipo de roca. Este no es el caso para los conjuntos provenientes de concheros en la costa rionegrina del golfo San Mat�as. Quiz�s las primeras etapas de reducci�n se habr�an llevado a cabo en otros lugares, o sus evidencias se hallan presentes en los conjuntos de superficie. Esta es informaci�n que debe ser contrastada con los an�lisis realizados previamente (por ejemplo, Alberti 2013). Otra de las variables que consideramos en este an�lisis fueron los diferentes grados de alteraci�n de los conjuntos. Como ya se ha mencionado, cuantificamos la presencia de carbonataci�n, abrasi�n y piezas con ning�n tipo de alteraci�n, dividiendo estos fen�menos por materia prima. Los resultados se muestran en la Tabla 5.
Tabla 5. Presencia o ausencia de alteraciones en los conjuntos analizados para cada tipo de roca. Carbonat.: carbonatación.

De la Tabla 5 se desprende que en ambas costas la mayor parte de las muestras no presentan ning�n tipo de alteraci�n. Esto podr�a estar relacionado con un r�pido enterramiento de las piezas y una relativamente corta exposici�n a los agentes ambientales que pudiesen causar diferentes tipos de alteraciones. Al considerar la carbonataci�n y la abrasi�n, en ambos sectores del golfo la primera registra una presencia mayor que la segunda. Podr�a pensarse que la carbonataci�n pudiese estar enmascarando procesos previos de abrasi�n de las piezas, pero no es el caso en los materiales que se han estudiado en estos conjuntos. Sin embargo, ninguno de estos procesos fue altamente significativo dentro de estos conjuntos ya que, como se ha mencionado previamente, la mayor�a de las piezas no muestra ning�n tipo de alteraci�n. A pesar de las diferencias que se observan en la proporci�n de carbonataci�n y abrasi�n entre ambas costas (ver Tabla 5), �stas no son estad�sticamente significativas ya que el resultado del test de c2 arroj� un valor de 0.09 con un p-valor>.05. Este test no tiene potencia para detectar diferencias peque�as, pero s� para detectar diferencias de mediano o mayor orden. Como no las detecta, podemos afirmar que esta muestra es suficiente para conocer los conjuntos a grandes rasgos, pero para obtener informaci�n m�s detallada es necesario ampliar las recolecciones.
Al considerar las materias primas, las rocas m�s alteradas son las sil�ceas, seguidas de las RGFO y las volcanitas. Esto es coherente con el contexto de recuperaci�n de estas piezas, en el cual predominan procesos como la carbonataci�n (ver infra). La abrasi�n debido a la acci�n del viento, que transporta material (arena) susceptible de chocar contra la superficie de las rocas (Borrazzo 2006), es menor en este caso debido al relativamente r�pido enterramiento de los artefactos. Posiblemente la abrasi�n observada pueda estar relacionada con procesos previos al sepultamiento, as� como con la migraci�n vertical dentro de la columna sedimentaria (rozamiento del sedimento, en este caso arena, contra la superficie de las piezas debido a acciones como, por ejemplo, el pisoteo). Esto es un factor que se encuentra en evaluaci�n dentro del equipo de investigaci�n por parte de una de las autoras del trabajo.
Al ser la carbonataci�n la alteraci�n postdepositacional m�s representada en estas muestras (28,38%), el tipo de materia prima no adquiere tanta relevancia como si estuvi�semos considerando procesos como la corrasi�n e�lica, en el marco de los cuales las rocas con grano m�s grueso y, en general, m�s porosas (como son las RGFO y las volcanitas b�sicas en general) son m�s susceptibles de registrar el da�o que rocas compuestas por mayor porcentaje de cuarzo y grano m�s fino (como calcedonias y �palos, por ejemplo) y, por lo tanto, m�s resistentes a las condiciones ambientales ex�genas (Colman 1981; Klein y Hurlbut 2006). En el caso de la carbonataci�n, al ser �sta un rock coating su formaci�n no depende del tipo de roca considerada sino que est� en relaci�n con la disponibilidad de sales en el agua y de la presencia del artefacto en un ambiente semi�rido propicio para la precipitaci�n de las mismas sobre su superficie.
La �ltima variable que cuantificamos fue la presencia de alteraciones t�rmicas. Los datos de la muestra, discriminada por materia prima, se encuentran reflejados en la Tabla 6.
Tabla 6. Número de artefactos con alteraciones térmicas presentes en las muestras estudiadas.

En ambas costas predominan las piezas no quemadas. En el total de la muestra, el 96,99% no presenta alteraciones t�rmicas de ning�n tipo y solamente el 2,98% tiene alg�n tipo de alteraci�n que dar�a cuenta de una exposici�n no controlada al fuego (cambio de color por quemado, hoyuelos, craquelado o alteraciones t�rmicas m�ltiples). Esto podr�a deberse a una falla en los intentos de tratar las rocas t�rmicamente para mejorar sus propiedades para la talla (sensu Nami et al. 2000) (situaci�n poco probable debido a que no hay m�s evidencias de tratamiento t�rmico en los conjuntos analizados) o a la exposici�n de las piezas al fuego debido a que fueron arrojadas a los fogones al ser descartadas. De las 50 piezas que se encuentran quemadas, 47 son desechos (94%), dos son instrumentos (4%) y una es un n�cleo (2%). Tanto el n�cleo como los dos instrumentos se encuentran agotados, con lo que podr�a pensarse en un descarte debido a que ya no eran �tiles. En el caso de los desechos, la presencia de alteraciones producidas por el fuego en los mismos estar�a relacionada al descarte de estos artefactos directamente en los fogones luego de la reactivaci�n de filos de instrumentos o de manufactura de nuevos artefactos.
DISCUSI�N Y CONCLUSIONES
A partir de los an�lisis realizados en este trabajo, podemos delinear tendencias generales para las muestras recuperadas en los concheros de ambos sectores de la costa del golfo San Mat�as. En relaci�n con las categor�as artefactuales, hemos comprobado que son los desechos de talla la categor�a m�s representada en los conjuntos, seguidos en el caso de la costa norte por los n�cleos y en el de la oeste por los instrumentos. Respecto de las materias primas, las sil�ceas son las que registran una presencia mayoritaria (locales en el sector oeste), seguidas de las RGFO (presencia local mayoritariamente en el sector norte) y, finalmente, las criptocristalinas (m�s abundantes en las fuentes de materias primas del sector oeste) (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014).
Sin embargo, no registramos evidencias que permitan afirmar que las rocas locales se redujeron in situ, ya que son las lascas internas las que predominan ampliamente en ambas muestras. Esto estar�a indicando que las primeras etapas de reducci�n no se hicieron en estos lugares. El descarte de instrumentos fragmentados o pr�cticamente agotados apoyar�a este hecho. Podr�amos pensar en actividades de recambio instrumental o reactivaci�n del toolkit para ser usado en otros puntos del espacio.
En relaci�n con el descarte de artefactos, en la costa norte, adem�s, la mayor parte de los n�cleos recuperados son de rocas no locales como los s�lices y, al igual que las tendencias generales en los conjuntos de superficie, no est�n agotados (Cardillo y Alberti 2013). Esto apoyar�a la propuesta de un equipamiento del espacio (sensu Kuhn 2004) por parte de las poblaciones que habitaron estos lugares, o un descarte de n�cleos no agotados debido a la ausencia de necesidad de economizar materia prima como consecuencia de la gran disponibilidad de rocas de buena calidad para la talla en el ambiente. Esto ya se hab�a observado para los conjuntos de superficie (Alberti 2012) pero es la primera vez que se comprueba tambi�n en los concheros, por lo menos en los de la costa norte. En el caso de la costa oeste, los n�cleos est�n manufacturados sobre rocas locales y tampoco se encuentran agotados. En este caso, este hecho podr�a relacionarse con la abundancia de rocas presentes en esta �rea y no con un equipamiento del espacio ya que la materia prima est� inmediatamente disponible.
La distancia a las fuentes de materia prima no tiene relevancia en este an�lisis, ya que al considerar la muestra general son los s�lices los m�s explotados en ambas costas, seguidos de las RGFO. Como ya se ha mencionado, las primeras son locales en la costa oeste y las segundas lo son en la costa norte. En este sentido, podr�amos pensar en una circulaci�n preponderante de rocas en el sentido oeste-este en la costa norte, con los s�lices y calcedonias �viajando� desde la costa oeste, pero no una circulaci�n norte-sur dado que no se evidencia un transporte de RGFO desde la costa norte hacia la oeste. Esto pudo responder a la circulaci�n frecuente de los grupos desde el sur y hacia el norte/este y no al rev�s, o a una falta de transporte de las rocas debido a la disponibilidad en la costa norte de rocas aptas para la talla y de f�cil aprovisionamiento. Esta hip�tesis es preliminar ya que los muestreos de materias primas en el sector oeste del golfo para conocer la disponibilidad de rocas en el espacio est�n a�n en proceso.
Respecto a la composici�n artefactual de los conjuntos, notamos en el caso de la costa oeste una diferencia respecto de lo que sucede en los conjuntos recuperados en superficie, asociados a los concheros estudiados. En el caso de los conjuntos de superficie, la categor�a artefactual m�s representada despu�s de los desechos es la de los n�cleos (Borella et al. 2013). Pese a que la muestra estudiada todav�a es peque�a, podr�amos pensar en actividades diferentes que se estuvieron realizando en los loci. Mientras que en las localidades de superficie se llevaron a cabo, principalmente, tareas de reducci�n de n�dulos con el posterior descarte de los n�cleos o el posible aprovisionamiento de lugares (sensu Kuhn 2004) relacionado a la reocupaci�n del espacio. En el caso de los concheros de la costa oeste podr�amos pensar en una reactivaci�n de filos para la reposici�n del toolkit de los individuos m�s que en reducci�n de n�dulos, afirmaci�n que estar�a acompa�ada por la baja representaci�n de lascas externas en estos sitios y la presencia mayoritaria de instrumentos agotados por sobre los n�cleos. En general, los muestreos de superficie se realizaron sobre los materiales asociados a los concheros, con los cuales estar�an en estrecha relaci�n y podr�an corresponder al mismo evento de ocupaci�n del �rea, aunque es necesario tener en cuenta que en muchos casos alrededor de los concheros hay superficies de deflaci�n que pueden concentrar artefactos diacr�nicos (Favier Dubois com. pers. 2013). Este es un factor que se encuentra en evaluaci�n por parte de una de las autoras del trabajo.
En el caso de la costa norte, el material recuperado en los concheros sigue los mismos lineamientos que el recuperado en superficie, con los n�cleos como la siguiente categor�a artefactual mayormente representada en los muestreos. Sin embargo, los n�cleos recuperados en los muestreos de superficie son de tama�os mayores que los de los concheros y, en general, no se presentan agotados. Estos �ltimos representan un porcentaje peque�o de las muestras (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Cardillo y Alberti 2013, entre otros). En el caso de la costa oeste, son los instrumentos los que siguen en orden de importancia en la muestra, a diferencia de lo que sucede en los conjuntos de superficie, en los que el orden decreciente de aparici�n de artefactos es desechos, luego n�cleos y finalmente instrumentos (Borella et al. 2013).
En trabajos previos (Cardillo y Alberti 2013) se ha propuesto que en los conjuntos de superficie de la costa norte el descarte de instrumentos es mayor que en la oeste y que las materias primas l�ticas explotadas son m�s diversas. Al contrario, en la costa oeste la proporci�n de lascas y n�cleos es mayor que la de instrumentos, pero en los conjuntos hay menor diversidad de categor�as de n�cleos e instrumentos. Se ha propuesto que en el caso de la costa norte se estar�a frente a reiterados episodios de ocupaci�n del espacio, mientras que en la oeste lo que habr�a sucedido es una ocupaci�n espor�dica, con una m�s baja explotaci�n de recursos a lo largo del a�o (Cardillo y Alberti 2013). Al considerar los conjuntos recuperados en concheros, esta afirmaci�n puede ser complementada, ya que por lo menos en el caso de los concheros de la costa oeste, la cantidad de instrumentos descartados es mayor que la de los n�cleos, lo cual indicar�a, en principio, otro tipo de actividades realizadas en el lugar.
La baja incidencia de las alteraciones t�rmicas en la muestra en general, indicar�a que el tratamiento t�rmico de las rocas para mejorar sus propiedades para la talla (Nami et al. 2000) no fue empleado en estos conjuntos ya que en los materiales analizados no encontramos evidencias de este tipo de actividades. Adem�s, podr�a afirmarse que las actividades de talla predominantes no se realizaron directamente sobre los fogones o que los desechos no fueron arrojados directamente a los mismos.
Con respecto a las alteraciones, tanto en la costa norte como en la oeste hay escasa existencia de alteraciones postdepositacionales. La baja presencia de corrasi�n e�lica podr�a indicar un r�pido enterramiento de los conjuntos, mientras que el caso de la carbonataci�n estar�a relacionado con procesos pedol�gicos propios de los concheros. Para la explicaci�n de este fen�meno en mayor profundidad ser�a necesario considerar los microambientes depositacionales de los conjuntos, trabajo que se llevar� adelante en el marco de la tesis de licenciatura de una de las autoras.
En la costa norte la presencia de alteraciones postdepositacionales es mayor que en la oeste. Esto puede estar relacionado con los procesos de formaci�n de los concheros en la costa norte (Favier Dubois y Borella 2007) que quiz�s fueron distintos a lo que sucedi� en la costa oeste, debido posiblemente a las diferencias en la din�mica ambiental entre ambos sectores del golfo, entre otros factores. En los conjuntos de superficie de la costa norte la abrasi�n (20%) predomina por sobre la carbonataci�n (5%), pero la mayor parte de la muestra (72%) no presenta alteraciones. El caso de la costa oeste es similar: 13% de la muestra de superficie presenta abrasi�n, 2% carbonataci�n y 78% ning�n tipo de alteraci�n postdepositacional. Las razones de esto a�n deben ser evaluadas y es un estudio que se encuentra en proceso, pero se puede afirmar que sucede lo mismo que en los conjuntos de concheros: hay escasa presencia de alteraciones postdepositacionales aunque en este caso, cuando �stas est�n presentes, es la carbonataci�n la que domina, a diferencia de los conjuntos de superficie en los cuales predomina la corrasi�n e�lica.
De esta manera hemos delineado una primera descripci�n de los conjuntos l�ticos provenientes de concheros en ambos sectores de la costa rionegrina del golfo San Mat�as. A trav�s de este trabajo detectamos algunas diferencias entre los materiales provenientes de uno u otro sector de la costa y, a su vez, con los conjuntos de superficie de ambas costas. Cabe destacar que los trabajos de investigaci�n en la costa oeste del golfo est�n comenzando a ser profundizados, con lo que reconocemos el car�cter preliminar de las conclusiones aqu� esbozadas. A futuro, con la ampliaci�n de las muestras, se espera que estos an�lisis alcancen un mayor nivel de detalle. Consideramos que esta primera aproximaci�n y comparaci�n con los materiales de la costa oeste sirve para generar nuevas preguntas respecto al car�cter que tuvieron las ocupaciones humanas en la costa rionegrina del golfo San Mat�as a lo largo del Holoceno medio y tard�o, y a entender las formas de vida que se desarrollaron en el pasado en la costa de R�o Negro durante, al menos, 6.000 a�os.
AGRADECIMIENTOS
A los Dres. Cristian Favier Dubois y Marcelo Cardillo por las correcciones y los comentarios efectuados sobre el manuscrito de este trabajo. Al Dr. Marcelo Cardillo por la ayuda brindada para la realizaci�n de los an�lisis estad�sticos. A la Dra. Judith Charlin y al evaluador an�nimo por los comentarios y sugerencias realizadas que ayudaron a mejorar este trabajo.
BIBLIOGRAF�A
1. Alberti, J. 2012. Fuentes de rocas y uso de materias primas l�ticas en Bah�a Final 6, costa norte del golfo San Mat�as (R�o Negro, Argentina). Intersecciones en Antropolog�a 13:237-249.
2. Alberti, J. 2013. Explotaci�n de materias primas l�ticas e intensidad de reducci�n de n�dulos en la costa norte del golfo San Mat�as (R�o Negro, Argentina) durante el Holoceno medio y tard�o. Comechingonia Virtual 7(2):154-188.
3. Alberti, J. y M. Cardillo. 2014. Primary and secondary lithic raw material sources along the western coast of San Mat�as Gulf (R�o Negro province, Argentina): a first approach to their spatial variability. Quaternary International. Trabajo en evaluaci�n.
4. Alberti, J. y V. Fern�ndez. 2013. Propuesta clasificatoria para las materias primas l�ticas en Patagonia (Argentina). Arqueolog�a. En prensa.
5. Arag�n, E. y N. Franco. 1997. Caracter�sticas de rocas para la talla por percusi�n y propiedades petrogr�ficas. Anales del Instituto de la Patagonia - Serie Ciencias Humanas 25:187-199.
6. Aschero, C. 1975. Ensayo para una clasificaci�n morfol�gica de artefactos l�ticos aplicada a estudios tipol�gicos comparativos. Informe presentado al CONICET. MS. Buenos Aires.
7. Aschero, C. 1983. Ensayo para una clasificaci�n morfol�gica de artefactos l�ticos. Revisi�n del a�o 1975. Informe presentado al CONICET. MS. Buenos Aires.
8. Borcard, D., F. Gillet y P. Legendre. 2011. Numerical Ecology with R. Journal of Agricultural, Biological, and Environmental Statistics 17(2):308-309.
9. Borella, F. 2006. �D�nde est�n los lobos en la costa norpatag�nica? Explorando v�as para resolver el registro arqueofaun�stico. Werken 9:97-114.
10. Borella, F., M. Cardillo, C. Favier Dubois, F. Scartascini, J. Alberti, H. Marani y E. Borges Vaz. 2013. Las ocupaciones humanas entre Punta P�rfido y Punta Odriozola, costa oeste del golfo San Mat�as: nuevos hallazgos y perspectivas. Trabajo presentado en el XVIII Congreso Nacional de Arqueolog�a Argentina. INCIHUSA (CONICET) � Universidad Nacional de La Rioja. La Rioja.
11. Borella, F., C. Mariano y C. Favier Dubois. 2007. Procesos tafon�micos en restos humanos en superficie en la localidad arqueol�gica de Bajo de la Quinta, Golfo San Mat�as (R�o Negro). En Arqueolog�a de Fuego-Patagonia. Levantando piedras, desenterrando huesos... y develando arcanos, editado por F. Morello, M. Martinic, A. Prieto y G. Bahamonde, pp. 403-410. Ediciones CEQUA, Punta Arenas.
12. Borrazzo, K. 2006. Tafonom�a l�tica en dunas: una propuesta para el an�lisis de los artefactos l�ticos. Intersecciones en Antropolog�a 7:247-261.
13. Borrazzo, K. 2010. Arqueolog�a de los Esteparios Fueguinos. Tecnolog�a y tafonom�a l�tica en el norte de Tierra del Fuego, Argentina. Tesis Doctoral in�dita. Facultad de Filosof�a y Letras, Universidad de Buenos Aires.
14. Camuffo, D. 1995. Physical weathering of stones. The Science of the Total Environment 167:4-14.
15. Cardillo, M. 2009. Variabilidad en la manufactura y dise�o de artefactos en el �rea costera patag�nica. Un enfoque integrador. Tesis Doctoral in�dita, Facultad de Filosof�a y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
16. Cardillo, M. y J. Alberti. 2013. Stone tool manufacture strategies and lithic raw material exploitation in coastal Patagonia, Argentina. A multivariate approach. Journal of Archaeology 2013, Article ID 128470, 12 pages. http://dx.doi.org/10.1155/2013/128470.
17. Cardillo, M. y C. Favier Dubois. 2011. Una aproximaci�n al uso del espacio en la Costa Norte del Golfo San Mat�as (R�o Negro, Argentina): relaciones entre la evidencia artefactual e isot�pica. En Movilidad y Migraciones. III Jornadas Interdisciplinarias de Historia y Ciencias Humanas, editado por A. Guiance, pp. 241-252. CONICET � IMHICIHU, Buenos Aires.
18. Cardillo, M. y F. Scartascini. 2007. Tendencias observadas en las estrategias de explotaci�n de recursos l�ticos en el Golfo de San Mat�as, provincia de R�o Negro, Argentina. En Arqueolog�a de Fuego-Patagonia. Levantando piedras, desenterrando huesos... y develando arcanos, editado por F. Morello, M. Martinic, A. Prieto y G. Bahamonde, pp. 117-127. Ediciones CEQUA, Punta Arenas.
19. Charlin, J. 2005 Utilizaci�n de materias primas l�ticas en el campo volc�nico Pali Aike (Pcia. de Santa Cruz, Argentina). Una primera aproximaci�n a partir del an�lisis de n�cleos. Werken 7:39-55.
20. Colman, S. 1981. Rock-weathering rates as functions of time. Quaternary Research 15:250-264.
21. Dorn, R. 2009. Desert Rock Coatings. En Geomorphology of Desert Environments, editado por A. Parsons y A. Abrahams, pp. 153-186. Springer, Londres.
22. Favier Dubois, C. y F. Borella. 2007. Consideraciones acerca de los procesos de formaci�n de concheros en la costa norte del golfo San Mat�as (Rio Negro, Argentina). Cazadores-recolectores del Cono Sur 2:151-165.
23. Favier Dubois, C. y F. Borella.2011. Contrastes en la costa del golfo: una aproximaci�n al estudio del uso humano del litoral rionegrino en el pasado. En Arqueolog�a de pescadores y marisqueadores en Nordpatagonia. Descifrando un registro de m�s de 6.000 a�os, editado por F. Borella y M. Cardillo, pp. 13-42. Dunken, Buenos Aires.
24. Favier Dubois, C., F. Borella, L. Manzi, M. Cardillo, S. Lanzellotti, F. Scartascini, M. Carolina y E. Borges Vaz 2008. Aproximaci�n regional al registro arqueol�gico de la costa rionegrina. En Arqueolog�a de la Costa Patag�nica. Perspectivas para la conservaci�n, editado por I. Cruz y S. Caracotche, pp. 50-68. Universidad Nacional de la Patagonia Austral, R�o Gallegos.
25. Favier Dubois, C., F. Borella y R. Tykot. 2009. Explorando tendencias en el uso humano del espacio y los recursos en el litoral rionegriono (Argentina) durante el Holoceno medio y tard�o. En Arqueolog�a de la Patagonia - Una mirada desde el �ltimo conf�n, editado por M. Salemme, F. Santiago, M. �lvarez, E. Piana, M. V�zquez y E. Mansur, pp. 985-997. Editorial Utop�as, Ushuaia.
26. Favier Dubois, C. y F. Scartascini. 2012. Intensive fishery scenarios on the North Patagonian coast (R�o Negro, Argentina) during the Mid-Holocene. Quaternary International 256:62-70.
27. Favier Dubois, C., C. Stern y M. Cardillo. 2009. Primera caracterizaci�n de los tipos de obsidiana presentes en la costa rionegrina. En Arqueolog�a de la Patagonia - Una mirada desde el �ltimo conf�n, editado por M. Salemme, F. Santiago, M. �lvarez, E. Piana, M. V�zquez y E. Mansur, pp. 349-359. Editorial Utop�as, Ushuaia.
28. Franco, N. 2002. Estrategias de utilizaci�n de recursos l�ticos en la cuenca superior del r�o Santa Cruz (Argentina). Tesis Doctoral In�dita. Facultad de Filosof�a y Letras, Universidad de Buenos Aires.
29. Freedman, D., R. Pisani, R. Purves y A. Adhikari. 1993. Estad�stica. Segunda edici�n. Antoni Bosch editor, Barcelona.
30. Gonz�lez D�az, E. y E. Malagnino. 1984. Geolog�a y recursos naturales de la provincia de R�o Negro. Geomorfolog�a. En Actas del IX Congreso Geol�gico Argentino, vol. I(13): 347-364. San Carlos de Bariloche.
31. Hammer, O., D. Harper y R. Ryan. 2001. PAST Palaeontological Statistics software package for education and data analysis. Palaeontologica Electronica 4(1):9.
32. Hiscock, P. 2007. Looking the other way. A materialist/technological approach to classifying tools and implements, cores and retouched flakes. En Tools versus Cores? Alternative approaches to Stone Tool Analysis, editado por S. McPherron, pp. 198-222. Cambridge Scholars Publishing, Newcastle.
33. Klein, C. y C. Hurlbut. 2006. Manual de Mineralog�a. Cuarta Edici�n. Editorial Revert�, Espa�a.
34. Kuhn, S. 2004. Upper Paleolithic raw material economies at �cagizli cave, Turkey. Journal of Anthropological Archaeology 23:431-448.
35. Nami, H., R. Catt�neo y M. Pupio. 2000. Investigaciones experimentales sobre el tratamiento t�rmico en algunas materias primas de Pampa y Patagonia. Anales del Instituto de la Patagonia 28:315.329.
36. Schiffer, M. 1987. Formation Processes of the Archaeological Record. University of New Mexico Press, Albuquerque.